¿Me dan de su calaverita?

Desde que tengo memoria el día de muertos ha sido uno de mis días festivos más favoritos. El ambiente, la singularidad del clima, los adornos, el pan de muerto, las historias, el misterio y la añoranza de que es en estas noches cuando nuestros seres queridos que ya no se encuentran con nosotros vienen a visitarnos y recordamos que ellos siempre estarán con nosotros en cualquier momento. Pero hay algo que ahora si me ha sorprendido desde que adoro esta festividad y es el salir a pedir calaverita.
Antes en las primeras ocasiones cuando salía a pedir calavera, mi hermano y yo teníamos 6 y 7 años respectivamente, no salíamos con los grandes disfraces (unas capas de supeheroes era todo nuestro disfraz) pero en ese entonces los que íbamos a pedir dulces eramos un conjunto de no a lo mucho 40 niños entre algunos adultos que los acompañaban y que nos ayudaban a hacer más bola al asaltar los lugares por dulces. Nosotros no eramos los únicos con un pobre disfraz, había niños que solo con una mascara de látex apestosa ya lograban su cometido; en ocasiones mi hermano y yo nos separábamos del pequeño contingente para ir a buscar suerte en las otras casas, pero al contrario que uno llegase a pensar, nadie nos daba nada, es más ni nos abrían la puerta.
Y ustedes se preguntarán ahora ¿por qué saco esto al tema o a referencia del día del muertos? Bueno cabe señalar que yo fui un niño en los noventas, en una década donde la crisis financiera pegó con tubo a la población y bueno no era raro que tu botín de día de muertos solo fuesen unas 15 paletas de las cuales 10 eran la misma o simplemente nada. Ahora en estos días la cosa es muy distinta, hay muchos en las calles, adultos, niños, jóvenes, y uno que otro que no tiene nada mejor que hacer y los disfraces son mucho más producidos o con mejor imaginativa.
Antes cuando era un niño de 4 años recién había entrado en funciones el famoso TLC, que trajo consigo muchas cosas de Estados Unidos, entre ellas algunas tradiciones como lo es el Halloween; bueno esta tradición de carácter anglosajón en un principio no era aceptada por gran parte de la población que tenía miedo de que esta tradición suprimiera o cambiase la legendaria y tradicional festividad del día de muertos. Cabe mencionar que en un principio también se manejó la idea de que dicha festividad gringa era una tradición diabólica, sí, diabólica, en la que se adoraba al diablo y cosas así por el estilo, llegaron a existir noticieros en donde con "pruebas" demostraban de la fiesta de todos los santos era completamente una adoración al diablo, esto generó, en gran parte de la población adulta y fácilmente manipulable, un odio irremediable a dicho festejo. Ahora bien, para 1997 ya se empezaba a ser un poco más común el pedir calaverita en las calles bajo la oración de: "Queremos nuestra calaverita", o ya un poco más agringado "Queremos halloween", y entonces algunos viejos a regañadientes nos daban dulces, u otros nos decían que esa no es una tradición mexicana y que por eso no nos iban a dar nada. Sí, así de culos eran antes las personas. Pero bueno uno no se rendía y seguía en su búsqueda de dulces. El reducido pelotón de niños disfrazados iban solo a los locales y tienditas a pedir dulces y de 6 o 7 tiendas o locales visitados solo 4 nos daban dulces, mientras los otros alegaban que era día de muertos y no Halloween; nosotros lo entendíamos a la perfección, pero la gente se mantenía en un espectro conservador y buscaba "mantener" una tradición de un modo mucho más antiguo.
Hoy en día la calle en donde vivo se llena de gente, mares de personas disfrazados y que entorpecen el poco transito van pidiendo dulces, y  no solo a los locales, sino también a las casas en donde tienen más suerte que yo hace ya 20 años. ¿Qué pasó? Bueno, hubo un sincretismo de las tradiciones, y eso en parte porque gran parte de los niños que iban a pedir dulces conmigo, ya son padres y lo que buscan es que su bendición tenga mejor suerte que uno en la pedidera de dulces.

Fin del post desahogo e muertos.


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