Quinto. (Elemental)

Al salir a la calle esa noche no podía imaginar lo que causaría todo esta caso en mí. Tenia la costumbre de sentarme y escuchar un poco de Blues melancólico para aclarar las ideas, o darme un baño, y en ultima instancia  buscar algo de eso que hacía que mi imaginación ¡bum! volara, pero no, no podía, es más me había prometido no volver a hacer eso otra vez, ya que anteriormente me había dejado muy mal y en ocasiones anteriores  por culpa de ello llegue a perder muchas cosas... tenía que volver a usar toda mi habilidad para lograr que mi imaginación se disparase, era tan beneficioso, me daba el poder para sentirme bien y poder llegar a la conclusión más apta para este misterio, y fue cuando mejor, decidí seguir andando hasta que obtuve una iluminación; ella me podrá ayudar, pensé.

Caminaba por la calle de Durango y Frontera, sabía que a esa hora podía encontrar lo que necesitaba,  aun siendo quince minutos para las dos de la mañana.
-¿Quién?
-El que toco la puerta.
-¿Ricardo eres tú?
- No soy un inspector de puertas... la suya se oye muy hueca.
- Deja el sarcasmo, no sabía que eras tu.
- Pues como tienes la costumbre de ver por la mirilla, a no espera, no la tienes.
- Muy gracioso, y bien ¿que te trae a mi morada de nuevo a estas horas?
- Necesito que me sirvas como luz en esta cueva...
-¿Otro caso difícil?
-No solo difícil, si no que el que justo conoce mucho de mi y a estado siguiéndome.
- Bien cuéntamelo todo.

Hace años que no veía a Carolina, desde el ultimo caso del falsificante de arte, y es que ella tiene una habilidad de pensar como ladrón, homicida y timador y gracias a ello e podido encontrar a algunos. Le conté todo, la posición de los cuerpos, las fotos, el mensaje y el como es que las fotos forman la frase "Te encontré".

-Increíble... y tú ¿que crees?
-Pues que esta medio loco... o completamente loco.
-Bueno de algo que debes de estar seguro es de que lo quieres atrapar...
-!Claro que lo quiero atrapar¡ Solo que esto me ha sacado de balance.
-Bien siéntate... te traeré un té para que me cuentes más.

- Algo es seguro, quiere que lo atrapes. Dijo Carolina después de haberle dado un sorbo a su té.
-Eso lo tengo muy claro, pero cada vez que deja una pista o un rastro este se desvanece en medio de una especie de neblina de giros y cambios que hace.
-Mira, algo que es seguro en ese aspecto es que mantiene un patrón, pequeño pero es notable. Primero ¿Cómo es que captura a las personas para después asesinarlas? porque por lo que veo, las desaparece por un buen tiempo el cual le permite hacer lo que hace.
- Sí son normalmente al rededor de 24 horas o 48...
-Bien, también esta el hecho de que todos son hombres o ¿ha habido alguna mujer?
- No, ninguna mujer hasta el momento...
- ¿Cuál es el promedio de edad?
- Varía, algunos son muy jóvenes, como entre los 17 y 26 años y otros ya adultos de 40 a 55 años más o menos.
- Ya...
Carolina se quedó en absoluto silencio, viendo hacia la nada y movía los ojos como si viese los detalles de una fotografía, la cual yo no podía ver, solo me quedaba esperar. De repente, dio un salto como si una descarga eléctrica le hubiese pegado en la base de su asiento y salió disparada hacia su habitación.
- ¡¿Pasa algo?! Exclame  desde la sala para que me escuchase, pero no recibí respuesta. Regresó a los tres minutos, exaltada y con una caja de unas botas en la mano, su rostro tenía esa expresión que tiene un niño que acaba de encontrar algo increíble y aun no se lo cree.
- ¿Te acuerdas del caso del desollador?
- ¿Cómo olvidarle? el tipo me hizo perseguirlo en medio de un rastro y caí en un balde de tripas...
-  Bueno, pero fuera de eso, ¿Estabas completamente seguro de que el fuese el asesino?
- Si no, ¿por qué huyó? Pregunte con incertidumbre, pero en ese momento recordé por completo la situación del caso.
Era mi quinto caso sobre el que estaba investigando,  dos hombres y una mujer habían sido desollados, y sus cuerpos sin piel habían sido arrojados al interior de coladeras en las esquinas de las calles más transitadas de la ciudad, lo increíble del asesino era el como había metido los cuerpos en las coladeras y los había colocado sin que nadie sospechase de sus actividades. La secretaría de aguas de la ciudad estaba completamente desquiciada porque no sabían como un hombre había simplemente entrado al drenaje sin ser visto y dejó, así nomas tres cuerpos; se sospecho en primera instancia de trabajadores dentro de la planta, pero no, todos tenían coartadas comprobables. Pero después de las autopsias se descubrió que el desollador además de tener experiencia quirúrgica, tenía una habilidad nata para desollar como si lo hubiese hecho siempre, dado a que los cuerpos presentaban ciertos detalles que los hacían parecer que ellos solos se habían quitado la piel como quien se quita un traje radioactivo. Entonces la investigación se inclino hacia un tablajero o carnicero que hubiese tenido acercamiento a la medicina y que se encargase de despellejar al ganado que entraba al rastro; fue entonces cuando apareció un sospechoso, Juan Luis, un hombre de 32 años que había estudiado los primeros años de la carrera de medicina pero por una mala suerte tanto económica como social tuvo que dedicarse a trabajar en un rastro, era el sospechoso perfecto hasta que...

-Yo digo que no era el culpable. Dijo Carolina sacándome de mi pensamiento
- ¿Por qué crees eso?
-¿ Recuerdas qué fue lo que lo sentenció?
- Su coartada no cuadró y se le vio en el lugar cerca de donde había desaparecido la ultima víctima...
- Exacto lo dijiste, "cerca". Ella enfatizó el entrecomillado. Mira es posible que el estuviese en el lugar equivocado en el momento equivocado... o puede que haya tenido un cómplice, o alguien lo uso de escudo para escapar.
- Pero él huyó cuando fuimos a detenerlo...
- Sí, pero en su declaración el dijo que había huido porque tenía problemas económicos y se había metido con la gente equivocada para pedir un préstamo...
-¿Cómo es que sabes eso? Dije sorprendido por esa información ya que llenaba algunos pequeños agujeros que habían quedado y ocurre que después me enteré que esa declaración se guardó para evitar problemas más adelante, nadie más sabía de su existencia.
-Tengo mis contactos. Dijo Caro sonriendo. Bueno el caso es que yo creo que él sabe o puede saber quien es tu asesino ya que pudo toparse con él, verlo, o ser su cómplice...
- Imposible saberlo.
-¿Por qué?
- Murió en prisión hace poco... le cortaron la garganta, se dice que fue un conflicto entre reos, pero a mí me parece más bien un ajuste de cuentas.
-¡Muy bien Rick! Normalmente a los que hablan demás o les cortan la lengua o la garganta, y dentro de la prisión en donde estaba eso no era fácil... alguien tuvo que organizarlo desde afuera, y yo creo saber quién fue...
-¿Mí asesino? Pregunté inocentemente. Pero la mirada de Carolina y su sonrisa de satisfacción me indicaban que estaba en lo correcto. -Pero hay otro problema. Dije. Dentro de la prisión nadie sabe quien fue ni cómo es que lo lograron asesinar, sólo se recuperó un poco de limadura de hierro de la garganta de Juan, señal de que recién habían afilado el cuchillo que uso el asesino, y se piensa que fue durante la madrugada...
- ¿Y ningún familiar reclamo?
- No tenía familia, era huérfano desde joven e hijo único...
-Pues ahora ya tienes dos casos... yo digo, que sí descubres quién mando a asesinar a Juan, podrás encontrar la pista para llegar con tu asesino.

Salí del departamento de Carolina ya entradas las seis de la mañana, mientras me dirigía a mi casa empecé a ver como la ciudad comenzaba a tener vida, como sus calles se comenzaban a llenar de personas que iban a sus trabajos, y como la misma ciudad parecía un ser vivo, uno que tenía un cáncer, y que había que eliminar.


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